jueves, 27 de febrero de 2014

El tiempo nos cambia

Hay que ver como el tiempo cambia a la gente, para bien y para mal, física y mentalmente...
No hay nada que hacer frente a eso, en este mundo estamos expuesto a cambiar nuestra personalidad, nuestra manera de ver las cosas, nuestras amistades, la forma en la que percibimos todo lo que nos pasa.... Todo eso cambia. Y yo no soy excepción.
Sin embargo para el cambio se necesita gente, actos, experiencias que ocurren, se necesitan cosas externas a ti, y en otras ocasiones te necesitas a ti mismo para cambiar las cosas que no te gustan.

Hace ya casi dos años que me liberaron de lo que era mi infierno. El dolor no suele recordarse, pero este tipo de dolor es el que se te queda grabado en lo más profundo, no es un dolor físico, es un dolor interior, es un dolor que recorre todo tu ser, que te aplasta por dentro, no te deja respirar y te convierte en una bolita de papel humana, al alcance de todo aquel que pretenda tirarla. Pero eso ya pasó, y aunque en ocasiones desgraciadamente mi mente me lo recuerda, también me hizo fuerte. No volvería al pasado a cambiarlo, porque lo más seguro es que ahora sería muy diferente, y mi situación no sería en absoluto la misma. Todo eso me cambió, y lo noto, lo noto a la hora de confiar, de abrirme a los demás cuando me pasa algo, lo noto cuando instintivamente le doy a un botón imaginario donde se me coloca una armadura que me aísla de todo.

Por lo tanto, ese año, el año de mi liberación, fue sin duda el mejor de todos, no desperdicié ni un instante y lo pasé genial. Volvería allí todos los días de mi vida, y con los recuerdos suelo hacerlo. Dichoso campamento, Granadilla, mi graduación... Fue el verano que más aproveché, y eso me alegra. Sin embargo eso no me cambió tampoco en exceso, solo me dio una visión más optimista del mundo, me abrió los ojos a que no todo se reducía a la gente que conocía, sino que más allá de las fronteras podría existir el paraíso, eso sin duda es lo que más le agradezco a Granadilla, que me dio la oportunidad de darme cuenta de que todo no se reduce a unos cuantos alumnos con los que llevas conviviendo desde siempre.

Es así como comencé el nuevo curso, el más sencillo de todos, instantáneamente encontré gente genial, pero yo llevaba por aquella época mi armadura puesta siempre, por lo que no era capaz de formar parte de lo que quizás soy ahora. Sin embargo yo no sabía que iban a cambiar mi mundo. Por una parte comencé a confiar más, a tener más seguridad con los tres locos Li\º/ertos, que se volvieron mis primeros tres amigos de verdad. Como era de esperar en mí, no eran recién conocidos, ya habíamos comenzado nuestra relación el curso anterior y este año del que hablo todo se afianzó. Pronto se convirtieron en esos amigos que jamás había tenido, en esos que si os enfadáis sufres porque no deseas por nada del mundo que se pierdan, de esos con los que sabes que puedes confiar al cien por cien porque no te van a dejar en una cuneta abandonada, de esos que están ahí para sacarte esa sonrisa que necesitas en ese justo momento, para darte ese abrazo especial cuando tu alma lo pide a gritos pero tu labios no pronuncian ninguna palabras, de esos que con solo verte ya saben que te pasa algo, de esos que escuchan mil veces tus paranoias y rayadas, de esos que están ahí siempre a pesar de que de vez en cuando no te lo parezca, son ese tipo de amigos que te quieren y ya con solo eso basta.

Jamás había sentido eso, y si había sido así alguna vez no lo recuerdo. Pero ahí no acaba la cosa, ponto comencé a desgastar mi armadura, empecé a hacerla cada vez más fina con el nuevo grupo que había encontrado. Ellas si que me cambiaron del todo, con ellas conseguí tener a mis primeras amigAs, ya que casi nunca había tenido más de una amiga a la vez. Con los chicos suelo llevarme mejor, y las chicas eran así como únicamente compañeras, con las que puedes reírte un rato, hablar, preguntar cosas de la tarea y no mucho más (siempre hay alguna excepción claro, pero pocas). En un principio no eran más que eso, o al menos era así como yo lo percibía... No me sentía del todo integrada, eran como un grupo pasajero, sí, que está bien para dos añitos o más bien uno que era lo que quedaba... Pero un día, pensaba que estaba ya cansada, que me había pasado lo mismo de siempre, pensaba que estaba a un lado, que les importaba una mierda y que para qué iba a seguir engañándonos mutuamente y haciéndome creer que realmente tenía amigas cuando no era así. Entonces llegó un día en el que, como me suele pasar normalmente, exploté, dije que ese era mi punto y final. Y efectivamente así fue.

Pero no fue el punto y final que había pensado que iba a ser. Para mí era un punto y final de quedar con el grupo, era un punto y final de nuestra "amistad", era un punto y final que las convertía en compañeras, con las que puedes reírte un rato, hablar, preguntar cosas de la tarea y no mucho más. Pero pasó algo que jamás hubiese imaginado que me pasaría, que jamás antes había experimentado de alguien a quien no consideraba amiga de verdad. Fue que a la que menos tragaba, de la que jamás me lo hubiese imaginado, de a la que no soportaba ni en pintura, la más diferente a mí (que en el fondo resultó no serlo tanto), intentó solucionar algo que pensé no tenía solución, se preocupó por mí, me demostró que le importaba, que le daba igual ceder en cualquier cosa que hubiese sido lo que me hacía sentir como estaba en ese momento, no le importaba hacer lo que fuera por tal de que yo no me fuese.
Y me sentí como una mierda total.
Me dí asco.

En cuestión de dos días ya no era la misma, recapacité sobre lo que había pasado, analicé todo y me di cuenta de que la manera en la que percibes las cosas te puede cegar en lo que crees cuando es totalmente mentira, no sé si para ellas supuso un cambio tan importante, pero para mí, creo que fue indispensable, gracias a ellas cambié de parecer, de sentir las cosas a malas como me pasaba antes, desde ese momento algo había cambiado, yo había cambiado. Cosas que el día antes de eso me hubiesen molestado muchísimo ahora me hacían reír.

A día de hoy soy lo más feliz que he sido nunca, hay gente que se ha marchado, otra a la que he echado, hay gente de mi vida que cogió por otros caminos y gente a la que en cuestión de meses ya no volveré a ver nunca más. Mis años se pueden contar por gente que se marcha para siempre, pero también por gente nueva que viene, y es triste pensar en cuán cantidad de amistades se han echado por tierra a lo largo de todo este tiempo. Sin embargo, aunque me apena más de lo que quizás debería, este año he ganado más amigas juntas de las que jamás había soñado, este año ha empezado con buen pie, una nueva yo ha sido la que lo ha impulsado, y aunque llegará el momento de despedirme sé que, cuando vuelva los fines de semanas y vacaciones a este pueblucho, van a estar ahí. Sé que los nueve mejores amigos que se pueden tener y que ahora existen en mi vida van a estar siempre que lo necesite, sé que los voy a recordar siempre, porque gracias a todos y cada uno de ellos soy como soy y quien soy.

Porque aunque con algunos no tenga prácticamente fotos, y en ocasiones parezca que están más distantes y perdidos, los recuerdos de los pelos de colores, los patos, patatas, los chinos-koreanos, los chiste malos, las cosas de los de sociales, y todas las paranoias que vamos haciendo por la calle persiguiendo tapones, las risas, los cotilleos, las salidas de emergencia, los planes nunca planeados, las caminatas sin rumbo fijo, esos viajes a Cádiz donde se rompían chanclas, las quedadas en el mismo sitio la misma hora, las conversaciones sin sentido ninguno, las batallitas con familiares, las experiencias de cada uno en su casa que no se cuentan a menos que sea para animar a alguien, las miles de fotos en un día o ninguna, pero sobre todo las risas imparables que duelen la barriga van a estar ahí, esos recuerdos son los que nunca se borran, y en el caso de que lo hagan aquí están escritos. :D

Sé que hoy estoy ñoña, demasiado ñoña, tanto que incluso es seguro que hasta insoportable, pero es lo que tienen los días buenos, que no quieres que jamás se acaben, y yo ya vislumbro a lo lejos el día de marcharme, de resetearme. Ese día en el que lo más seguro es que me vaya sin backup, será un día en el que no pueda dar marcha atrás. Y la decisión ya ha sido tomada, y quiero llevarla a cabo, pero eso no implica que en ocasiones desee que ese día no llegue, eso no implica que me dé miedo poder contar un año más con gente que se marcha para siempre, eso no implica que desee estar allí y aquí al mismo tiempo para no perder a nadie. Porque es lo que tienen los formateos, que empiezas todo de nuevo, va todo mejor, funciona el ordenador sin problemas, pero corres el riesgo de que tus datos personales se vayan a la mierda. Por lo tanto, mientras reiré, saltaré, me lo pasaré en grande hasta el día en el que a lágrima viva os diré a todos:  "Hasta luego, gracias por todos estos maravillosos días, nos veremos sin falta cuando vuelva por aquí de visita."



jueves, 13 de febrero de 2014

Looooca

Quizás cuando lo lean creerán que estoy loca, y quizás lo esté, pero tengo una pequeña adicción a la piscina, al agua rozando mi cuerpo, a esas moléculas que te ayudan a impulsarte, a nadar...
Y es que es algo como mágico el hecho de tirarte de cabeza a la piscina, y notar como a medida que entras las gotas de agua, sus moléculas se apartan dejándote pasar, quedándose pequeñas gotas repartidas por tu cuerpo, empezar a mover los brazos y piernas y desplazarte por la tercera ley de Newton hacia delante creando pequeñas ondas que crean ritmo a medida que pasas, ondas que perturban toda la piscina por extensa que sea, ondas que crean una melodía sorda que solo se puede apreciar con el tacto y la vista. Y nadar y nadar y nadar y querer parar pero no hacerlo, nadar hasta que no puedas más, sin sudar, sin sentir el calor sofocante de cuando haces ejercicio fuera del agua, tan solo tú y las ondas de la piscina. Creando una armonía que no te deja pensar en nada, que tan solo borra lo que tuvieses en la mente para concentrarte en respirar, en mover los brazos acompasadamente, en mover las piernas cual sirena para desplazarte, a la ida, a la vuelta, todo el tiempo que puedas.
Quizás esté loca.
Pero soy feliz siendo así de loca.


jueves, 6 de febrero de 2014

En el fondo, me alegra pasarme por aquí casi nada :D

Últimamente mi mente por paraderos que desconozco vaga, 
va y viene antes de ser capaz de descubrir que es lo que trama. 
Los recuerdos que la habitan cuales nómadas viajan. 
La inspiración marcha alejada de mi alma, 
descansa solitaria en un rincón donde no puede llover nada, 
espera a que un día una chispa salte iluminándola, 
desea poder salir a la superficie sin morirse, sin ser aplastada, 
por los pasos hacía las tinieblas que acabaron machacándola.